El dolor de pies, sea por el motivo que sea, es algo que sucede con frecuencia, de hecho, puede ser una de las principales causas de baja laboral. El pie, cuando presenta alguna dolencia o patología mecánica, suele doler en cuanto se apoya en el suelo, aunque con la marcha es mucho peor. El tratamiento sanitario suele ser elevado, de ahí que esté recomendado el uso de ciertos sistemas ortésicos, más concretamente los soportes plantares, ahora bien, ¿cómo es una ortesis plantar?
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¿Para qué sirve?
Básicamente, su objetivo es reducir el dolor mientras el paciente camina o mientras permanece erguido y su finalidad consiste en mantener la postura correcta. Lo que se pretende conseguir es corregir ciertas deformidades causadas en pies valgo o varo, así como rectificar el desequilibrio originado en las articulaciones del pie que causan el movimiento anormal del cuerpo.
Su función correctiva suele estar limitada a los pies de los más pequeños, salvo que se trate del hecho de compensar o equilibrar los defectos de los pies de los adultos. De cualquier forma, con el paso de los años, las ortesis plantares se han convertido en una de las opciones más demandadas por especialistas y pacientes.
Clasificación de las diferentes ortesis plantares
En cuanto a su función terapéutica y según la Revista Española de Reumatología, estas plantillas se clasifican en 3 modelos diferentes: plantillas de descarga, plantillas de realineación y plantillas mixtas.
Las plantillas de descarga de densidad blanda o semiblanda tienden a redistribuir las presiones para que el pie apoye el suelo con la mayor estabilidad y normalidad posibles, facilitando la marcha y la bipedestación sin que exista dolor. Gracias a ellas se evita que las cargas se concentren en un punto, distribuyéndolas para garantizar una buena actitud biomecánica.
Las plantillas de realineación pueden ser de densidad semirrígida, rígida y elásticas y se utilizan con el fin de prevenir los trofismos musculares. Lo que hace es compensar la deformidad del pie, gracias a sus propiedades flexibles y a su forma, y mejora la estabilidad y el apoyo para aumentar de forma efectiva la movilidad.
En las plantillas mixtas existe una mezcla entre ambas, es decir, en ellas se combinan densidades blandas con rígidas. Por un lado, la parte rígida tienden a aliviar y contener las articulaciones del pie que producen dolor, sin que por ello exista corrección, mientras que la parte más flexible permite que las otras articulaciones puedan moverse convenientemente durante la marcha, generando así su adaptabilidad al cambio.
Diagnóstico y materiales
El uso de una u otra plantilla dependerá de cada caso y de la decisión final del especialista u ortésico. En ocasiones, la cirugía no es un tratamiento aconsejable o puede suceder que el propio paciente no desee someterse a un procedimiento quirúrgico, en cuyo caso, las plantillas hacen su labor a la perfección, aliviando el dolor y obteniendo una marcha óptima. Lo único que hay que hacer es apostar por un buen calzado para plantillas y dejarlas actuar.
Puede suceder que la ortesis plantar sea la principal opción por la que se ha decantado el especialista y que no exista ninguna duda al respecto, pero en estos casos toca decidir, junto al técnico ortopédico, cuáles son los materiales que se utilizarán, así como los métodos de elaboración que se llevarán a cabo para conseguir el mejor resultado. De hecho, su éxito dependerá de estas decisiones.
El médico deberá estudiar cada caso con detenimiento, recogiendo la historia clínica del paciente y llevando a cabo una exploración del pie para determinar su movilidad y evaluar la marcha. Lo siguiente será la toma de molde para conseguir un soporte plantar perfecto y fabricar la plantilla con las materias primas adecuadas.